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ECONOMÍA ISLÁMICA

Los musulmanes insisten que la naturaleza humana, la motivación, y el trabajo, deben reflejar las convicciones éticas del islam. Por esto, como Naqvi explica: "La economía islámica forma parte de la religión del islam, la cual cubre las variadas ramas de la vida."4 Debido a esto, los eruditos musulmanes insisten en que su enfoque de la economía es superior al capitalismo del occidente y al socialismo o comunismo oriental, precisamente porque ambos sistemas carecen de una buena ética religiosa. En el islam no existe ni separación, ni distinción, entre las facetas religiosas y seculares de la vida.


COMO NEGOCEAN 
 
Intentar definir un perfil cultural a todos los países musulmanes sería imposible, además de inútil, dada la gran heterogeneidad que encontramos en los países musulmanes. Entre un ciudadano de Fez (Marruecos) y uno de Kuala Lumpur (Malasia), hay grandes diferencias, pero sin embargo, el factor común será su religión.

El Islam, además de influir en la esfera religiosa del individuo, incide en su forma de actuar, de relacionarse, de enfocar los negocios, etc. Recordemos que la aplicación estricta del Islam, no diferencia entre Religión y Estado, a diferencia de Occidente. Es decir, el patrón cultural "Islam", nos ayudará a perfilar estas culturas. Además, podríamos asegurar que en general el Islam se vive y se siente de una forma mucho más intensa que otras religiones.

Hay que tener muy claro que no es lo mismo hacer negocios con un hombre de negocios de Arabia Saudí (en general, más cerrados) que con un Jordano (en general, mucho más abiertos que sus vecinos). A pesar de que ambos sean musulmanes la historia, costumbres, idiosincrasia, situación actual, relaciones con nuestro país, etc. serán muy diferentes. Cada uno de estos bloques presentará una forma de hacer negocios sensiblemente diferentes. Encontraremos países más pro-occidentales (Marruecos, Jordania, Emiratos Árabes Unidos) o menos (Arabia Saudita, Egipto, Irán). Una primera división entre este universo podríamos establecerla entre las ya comentadas tendencias sunitas y chiítas.
Los países musulmanes son en general culturas de contexto alto. Las palabras tienen menos importancia y más el contexto. En estas culturas se utilizan menos los documentos legales, la palabra es determinante, ello hace que las negociaciones sean mucho más lentas. La posición social es determinante y el conocimiento sobre ella también. Japón, Gran parte de Asia, África, Países árabes y en general todos los países latinos, son ejemplos de estas culturas.

En estas culturas los negocios son mucho más lentos, ya que es necesario establecer una relación personal que establezca una confianza entre las partes.
En las negociaciones con países árabes y africanos la paciencia del exportador habrá de potenciarse al máximo. El posible cliente primero deseará conocernos y seguramente tendremos que hablar de cosas personales antes de negociar con ellos. Además, deberá conocer las costumbres habituales, por ejemplo, nunca debe dar la mano izquierda a un árabe.
En los pueblos árabes, la familia tiene mucha influencia, mucha más que en occidente. Los padres, hermanos, tíos, sobrinos, etc. estarán de alguna forma participando en negocios comunes. Estas relaciones familiares, así como las de amigos, son muy fuertes y obligan a las partes a trabajar de una forma relativamente transparente entre ellos, es como una especie de proteccionismo.
Los valores islámicos hacen que el musulmán, en general, tienda a ser moderado en su consumo. Desde el punto de vista de los valores del musulmán, bajar el precio de un producto o aumentar su oferta en el mercado, no debería tender a consumir más. Aquí vemos una diferencia importante con el consumidor occidental. No es que no les guste adquirir nuevos productos, sino que su nivEl de necesidades es diferente al occidental.
En el Islam existe el derecho a la propiedad privada (disfrutarla, venderla, etc.), pero no existe el derecho a destruirla ("todo pertenece a Dios").






VISION MACROECONOMICA




Los países árabes son, a la vez, coherentes y diversos. En su inmensa mayoría están unidos por una lengua común (el árabe), una religión (el Islam) y una misma herencia e identidad cultural. En consecuencia, concebimos la región como una entidad bien definida. Sin embargo, existe una marcada variedad entre los países individuales que la integran, con diferencias en términos de sistemas económicos, niveles de renta, estilos de gobierno y adhesión a las normas tradicionales que se dan en la región. Ésta, por ejemplo, incluye países productores de petróleo que tienen las rentas per cápita más altas del mundo, tales como Kuwait, Quatar y Arabia Saudita, junto con países de rentas bajas, tales como Yemen, Jordania y la República Árabe Siria. Existen asimismo grandes diferencias entre las estructuras de empleo y los sistemas de valores, incluso dentro de un mismo país. Estos diferentes contextos tienen efectos distintivos sobre las oportunidades de empleo de las mujeres y sus condiciones laborales en la región.
En la región del Golfo y en Arabia Saudita, que son economías productoras de petróleo y orientadas al sector de servicios, las tendencias del empleo se caracterizan por la ocupación de un elevado número de trabajadores extranjeros, tanto hombres como mujeres. En los últimos años, sin embargo, como consecuencia de la recesión económica mundial a la que se ha sumado una bajada de precios del petróleo, las políticas de empleo en esos países se han centrado en los medios para aumentar el número de los trabajadores nacionales, especialmente en los puestos que requieren la profesionalidad de quienes los desempeñan. Aún está por ver el impacto que tendrá esta política sobre las oportunidades de empleo de las mujeres en esos países.
En cuanto a los países con rentas medias y bajas de la región, hasta hace poco las tendencia del empleo podían caracterizarse por una fuerte emigración masculina, concretamente a los países productores de petróleo. Esto ha hecho que en estos países exportadores de trabajo proliferaran los hogares en los que las mujeres ejercen como cabezas de familia. La reforma económica y en algunos casos las medidas de ajuste estructural son otro rasgo más reciente. Y una de sus consecuencias es la de que muchas mujeres se enfrenten a la creciente pobreza y al aumento de los niveles de paro, fuerzas a las que son más vulnerables. La reducción del sector público con vistas a la privatización ha afectado también negativamente a las mujeres, puesto que el sector público es el que más mujeres emplea.



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